Muertos recogidos

En un espacio oscuro con dos ataúdes de madera se ve un grupo de cadáveres hacinados. Las posturas descontroladas de los cuerpos, las expresiones de los rostros sin vida y la manera desordenada en que han sido acumulados provocan una fuerte sensación de dramatismo a esta escena. Se trata de un amasijo de materia sin vida y privada de su dignidad.

El modo en que el pintor aragonés utiliza las diferentes técnicas para iluminar el amasijo de cadáveres en el centro de la estampa incrementa su intensidad dramática. Goya ha cubierto el fondo con trazos horizontales cortos y rápidos realizados con aguafuerte mientras que a la izquierda deja un área más clara en la que trabaja superficialmente con aguatinta. Esta zona más clara se funde con los cadáveres vestidos en la mayor parte de los casos con ropajes blancos. De esta manera todo ello se convierte en un enorme foco de luz en el grabado.

En esta escena Goya continua lo que ha iniciado en el grabado anterior, el nº 62, Las camas de la muerte, en que muestra varios cadáveres cubiertos con telas, y se vincula con el grabado nº 64, Carretadas al cementerio, en el que aborda la misma temática. Las tres son imágenes en las que refleja la condición insalubre en que los cuerpos sin vida se acumulaban en las ciudades y se alude a la escasez de medios para proporcionar un entierro digno a los muertos. Goya propone estos tres grabados como cierre de las estampas en las que ha narrado, primero escenas de atroz violencia durante la guerra, y posteriormente los estragos que ha causado el hambre en la población.

Asimismo es posible relacionar esta estampa con los grabados de la serie en que se muestran cuerpos hacinados como el nº 12, Para eso habeis nacido, el nº 16, Se aprovechan o el nº 18, Enterrar y callar, el nº 22, Tanto o mas, el nº 23, Lo mismo en otras partes y el nº 60, No hay quien los socorra.