El primer fotógrafo de guerra. El País

Exposiciones
28 feb 2012

Cuatro series de grabados de Goya, con un total de 218 piezas, conmemoran en Vitoria el bicentenario de la Constitución de 1812.

El primer "fotógrafo de guerra sin cámara", el artista sin mucho éxito en vida que defendió la educación de calidad, criticó los matrimonios de conveniencia y puso sobre la mesa la cara más cruel de la guerra y lo sangriento de la tauromaquia, ya está en Vitoria.

Cuatro series de grabados de Francisco de Goya (1746-1828) permanecerán en la capital vasca durante los dos próximos meses dentro de la muestra Goya, cronista de una época, organizada para conmemorar el segundo centenario de la Constitución de 1812.

Las 218 obras de un autor "incomprendido" en su época, según la comisaria de la exposición, Marisa Oropesa, pero alabado y vigente gracias a su temática en la actualidad, están ya expuestas en la Sala Fundación Caja Vital Kutxa y podrán ser observadas hasta el 22 de abril.

Tan incomprendido que los intentos del artista aragonés de vender algunas de las series, como La Tauromaquia, se vieron frustrados. El precio de venta de cada grabado de esta serie fue de diez reales y una serie completa salió al mercado por 320.

Un recorrido por las salas de la muestra esboza a su vez un recorrido por la época, por las desgracias de una sociedad y un Gobierno que se olvida de sus clases más famélicas en la serie Los Caprichos. O por la Guerra de la Independencia, en Los desastres de la guerra, que reflejan con crudeza las situaciones vividas por el propio artista en los sitios de Zaragoza a través de la lente del "primer fotógrafo de guerra sin cámara", tal y como lo describía la comisaria de la muestra.

La Tauromaquia representa de forma dramática y a través de los ojos de un testigo directo el espectáculo, que ya por entonces había tomado peso en la sociedad española. La serie coincide con épocas de censura e Inquisición que, según los creadores de la muestra, podrían explicar una temática menos reivindicativa que el resto. Y finalmente Los disparates se adelantan al desarrollo del surrealismo, que no se desarrollaría hasta un siglo más tarde, con una mezcla de crítica, humor ácido y figuras aguafuertes repletos de duendes y brujas.

En definitiva, un Goya en blanco y negro y de pequeño tamaño que no por ello pierde la fuerza de sus reivindicaciones, de sus críticas a la Iglesia con frailes borrachos, de su censura al poder masculino, que en sus aguafuertes se esboza manteado por bellas mujeres.

Goya, "se adelanta a su tiempo", insistía ayer la comisaria, "el escenario es el mismo, lo único que ha cambiado son los personajes". "Es muy difícil ver las cuatro series juntas", valoró, al tiempo que remarcaba que buena parte de las obras son primeras ediciones.

 

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