Del avaro no se espera ningún bien (G.60)

Véase Se hace militar (G.1).

En este dibujo Goya contrapone la avaricia con la liberalidad, es decir la extrema generosidad, como había ya planteado en el dibujo Largueza contra avaricia (B.76). La oposición entre un vicio humano y su contrario aparece como recurso narrativo en muchos dibujos de aquella época del Cuaderno B, pero en esta obra que nos ocupa, se enfoca en el estado de ánimo del avaro con una clara y simple puesta en escena. Ilatovskaya considera que Goya se inspira deliberadamente en un dibujo anterior, Calla. El tiempo muda las horas (C.61) en cuanto a la composición y la tristeza del personaje. Éste aparece en actitud pensativa, sentado y acodado sobre sus cajas de caudales, que se adivinan cerradas con profusión de cerrajas. Sobre la caja de la izquierda ha dibujado una bolsa abierta de la que se desparraman un montón de monedas. Con su mano izquierda todavía sujeta con fuerza unas talegas de monedas, y le rodean otras con riquezas. Su rostro apesadumbrado muestra bien a las claras que, pese a estar rodeado de oro, es consciente de su completa soledad. De nuevo Goya se revela magistral en la captación de la expresión de su vacío interior, con finos trazos que dibujan su triste mirada, la elocuente posición de las manos y detalles de la vestimenta y el calzado. El significado de la escena se completa con una leyenda inusualmente larga, si la comparamos con la concisión de otros títulos. Su rima y su aire moralizante lo relacionan con el cancionero y refranero popular. Goya recrea la paradoja de que la avidez de riquezas conduciría al empobrecimiento moral y la infelicidad, una cuestión que también retrata en el dibujo Estropeada codiciosa (¿D.k?), asociando la codicia incluso con la fealdad física.