José Pío de Molina

José Pío de Molina fue alcalde de Madrid durante unos meses del trienio liberal, en 1820. Tras el fin del mismo en 1823, se exilió en Burdeos. Allí fue vecino de Goya, con quien compartió amistad durante los últimos años de la vida del pintor. El día de la muerte de Goya, 16 de abril de 1828, José Pío de Molina estaba junto a su lecho y fue él el encargado de firmar el certificado de defunción. Generalmente se ha considerado este retrato como la última obra realizada por Goya antes de su fallecimiento.

En los retratos que realizó desde 1824 hasta el final de su vida, Goya empleó una paleta de colores restringida y tonalidades oscuras. Su visión se vio afectada por la edad, y los cuadros comenzaron a adquirir el aspecto de obras inconclusas. La pincelada temblorosa otorgaba a estas obras dinamismo y una fuerte expresividad.

El retrato del amigo y vecino de Goya responde plenamente a las características de oscuro e inacabado, sobre todo a la segunda. Aparece visto de cintura para arriba, de tres cuartos, girado hacia la derecha. Viste una chaqueta marrón con camisa y corbata blancas. En la factura del atuendo es donde encontramos las pinceladas más ligeras y el aspecto inacabado de la obra. El rostro, también sugerido por medio de toques de pincel, no da la sensación de haber quedado inconcluso pues ya refleja una intensa expresión, quizás la de preocupación por la inminente muerte de Goya. El resultado es una obra totalmente adelantada a su tiempo, propia de los años finales del siglo XIX.