Ensayos

Una bruja desnuda enseña a su discípulo, un hombre también sin vestiduras, a elevarse en el aire. Para ello lo sujeta por una oreja y tira de ella, mientras que el hombre se agarra con un brazo a la cabeza de la bruja. La escena es presenciada por un macho cabrío que mira mayestáticamente desde el fondo, así como por un gato que está delante de ellos y que observa al espectador, muy cerca del que se encuentra otro felino que camina hacia el fondo. Junto al gato advertimos la presencia de una jarra, una calavera y dos husos, parecidos a los que utilizaban las brujas del Capricho nº 44, Hilan delgado.

Con respecto a otros grabados de la serie, Goya da una preponderancia al aguafuerte sobre el aguatinta. Describe con precisión las anatomías de los personajes, así como los dos animales. Construye la parte superior del cielo mediante la realización de trazos horizontales breves y muy continuos.

El manuscrito del Museo Nacional del Prado explica este grabado de la siguiente manera: "Poco a poco se va adelantando, ya hace pinitos y con el tiempo sabrá más que la maestra". En el manuscrito de la Biblioteca Nacional se nos dice a propósito de esta estampa: "Dejar las labores del sexo; regañar continuamente los casados; robar y estar siempre como gatos, son ensayos y principios de cabronería".

Goya crea una imagen destinada a satirizar las prácticas de brujería, tal y como ya ha hecho en otras ocasiones a lo largo de la serie de Los Caprichos. El macho cabrío presenta importantes analogías con el de la obra Aquelarre que el aragonés realizó dentro de la serie de pequeños cuadros comisionados por los duques de Osuna para decorar su casa de campo llamada El Capricho.

Aunque los asuntos de brujas era un tema que se puso de moda a finales del siglo XVIII, especialmente entre los aristócratas, Goya recurre a estos personajes para realizar una crítica de determinados vicios humanos.