Mujer en trance rodeada de brujas (H.25)

Véase El cántaro roto (H.1).

Una hermosa joven se encuentra acostada sobre una cama, con la cabeza apoyada sobre una almohada y rodeada de inquietantes y oscuros personajes. Algunos toques de luz destacan la carnalidad de la joven, modelando suavemente su cuerpo e iluminando su cuello y rostro, que muestra la boca abierta y un aspecto desfallecido. No queda claro si está simplemente desmayada o le ocurre algo más grave, ya que el dibujo original está muy retocado. Hay abundancia de arrepentimientos y el resultado final, aunque de efecto muy pictórico, resulta difícil de leer, sobre todo en lo que respecta a los seres que la rodean: dos figuras la sostienen, una de ellas parece una anciana, mientras que la segunda, de cabello moreno, parece más juvenil. A la izquierda, en la parte superior, se distinguen unas formas aladas algo confusas. A la izquierda de la escena, dos seres con pico de ave parecen a punto de atacarla. Wilson-Bareau recuerda que en los primeros cuadernos de dibujos de Goya ya aparecían jóvenes reclinadas en un lecho o abandonándose a juegos de seducción. Aquí el ambiente resulta más amenazador. Una relación aún más directa es la que existe con la pintura El sueño (ca. 1790) y sobre todo, como señala Gelassi, con la litografía titulada también El sueño (ca. 1819-1822), en la que una joven aparece como hipnotizada, apoyada sobre el regazo de una vieja celestina, mientras sus jóvenes amigas la contemplan alarmadas. Goya imprime gran variedad de efectos con el lápiz craso: desde trazos muy definidos, hasta un sombreado suave, que da lugar a formas poco definidas, multitud de trazos, un acabado formal abierto a múltiples interpretaciones y que casa muy bien con la ambigüedad del tema.