Hombre acosado por monstruos (H.11)

Véase El cántaro roto (H.1).

Como se puede observar en la copia de autor desconocido del dibujo original de Goya, el protagonista ocupa una gran parte de la composición y mira de perfil a la derecha de la escena. Está tocado con un sombrero de copa negro y una capa oscura, de la que asoma una franja blanca que podría corresponder al cuello de la camisa. En contraste con este atuendo más decimonónico, por debajo de la capa parece que asoman unos calzones con remates en pasamanerías o bordados. De la prenda de abrigo entreabierta asoman las manos enguantadas, de grandes dedos, que parecen sujetar o recolocar una corbata o pañuelo de cuello. Su rostro, enmarcado por unas patillas, sonríe, como si se mantuviera ajeno las cabezas demoníacas y de rostro grotesco que sobrevuelan a su alrededor. En el Cuaderno G, I de Burdeos, ya aparecen este tipo de cabezas voladoras —que aquí están dotadas de alas de murciélago— y de pajarracos. Son elementos que cuentan con referentes en trabajos más tempranos de Goya, como en los dibujos Mal sueño (G.12) y en Enredos de sus vidas (G.46). En el lado derecho, se acumulan hasta seis cabezas gesticulantes. En el ángulo superior izquierdo, vemos otras dos cabezas y, con ligeras variaciones, todas poseen rasgos simiescos, narices porcinas y bocas grandes y sonrientes, de las que asoman enormes dientes. Alguna, incluso, llega a sacarle la lengua al protagonista en señal de burla. Dejando a un lado la composición, resulta complicado valorar la técnica de esta copia, aunque es evidente que posee menos matices en las gradaciones del sombreado que otros dibujos goyescos de esta última etapa. Otra copia de Goya, en este caso de la Maja (H.22), que al parecer estaría hecha por la misma mano, se encuentra también en los fondos del British Museum (1876-5-10-375).