Enredos de sus vidas (G.46)

Véase Se hace militar (G.1).

La onírica composición forma un gran  ramillete flotante. Esta especie de ovillo está en realidad compuesta por un grupo de cabezas, de cuyo centro parecen emerger dos mujeres a punto de abrazarse. Ellas parecen vestidas con túnicas delicadas y claras. La figura de la derecha tiene el rostro vuelto y alarga el brazo en actitud de abrazar a la figura central, que muestra un rostro de placer. En contraste con la dulzura de su actitud, la mayor parte de las cabezas que las rodean poseen rostros grotescos e informes, con rasgos animalescos (simios, cerdos, aves). Brown habla del carácter embrionario de algunas de estas cabezas  y descubre un rostro grotesco y sonriente a los pies de la figura femenina de la derecha. Es posible que también algunos seres estén aladas, pues en el borde derecho del ramillete se distinguen unas alas de murciélago y, la propia muchacha de perfil, parece llevar alas de mariposa. Estos seres, que parecen fundirse entre sombras y vibrantes trazos, introducen en la obra de Goya la idea de lo sublime terrible, como apunta Teresa Lorenzo de Márquez (MENA, 1989). Esta misma autora recuerda las connotaciones sexuales de la palabra enrredos, usada por Goya en la leyenda, de modo que aquí habría un doble enredo: la propia maraña en la que flotan y el carácter ilícito de la relación carnal que se disponen a mantener. Distintos autores han encontrado múltiples referencias en otras obras de Goya. Así, en la pintura San Francisco de Borja asistiendo a un moribundo (1788), unos seres monstruosos con alas de mariposa y murciélago atormentan al moribundo inconfeso y simbolizan los vicios y pecados humanos. Posteriormente vemos seres similares en Capricho 43. El sueño de la razón produce monstruos (1799). En los dibujos de los cuadernos finales de su vida, Goya vuelve a usar este tema como recurso para representar tensiones del inconsciente. Así lo vemos en este dibujo y en otro del mismo Cuaderno G, el titulado El toro mariposa (G.53). Finalmente, en Hombre acosado por monstruos (H.11), del Cuaderno H, unas cabezas también con alas acosan al protagonista. Para Gassier, estos seres alados simbolizan las tentaciones de la carne, por lo que inciden en una posible relación amorosa entre las dos protagonistas, pues el carácter erótico de la escena ha sido subrayado por todos los autores. Asimismo, se han querido ver alusiones al lesbianismo en otros dibujos de Goya, como en Dos mujeres abrazándose. Finalmente, Brown afirma que la leyenda original era Enrredos de su vida, y que añadió posteriormente dos eses para dejarla tal y como la leemos ahora. De este modo, lo que podría parecer un intento de seducción por parte de la figura de la derecha se transformaría en una relación mutuamente consentida.