Hombre blandiendo un machete (H.47)

Véase El cántaro roto (H.1).

Es uno de los dibujos del Cuaderno H en los que se representan prisioneros atados, víctimas de algún crimen o individuos armados hasta los dientes. Este es uno de los ejemplos de significado más ambiguo dentro del grupo, pues la escena está protagonizada por un hombre arrodillado que blande un machete o puñal con gesto desesperado. No hay rastro de un posible adversario o ataque. Su rostro, más bien abocetado, está desencajado y muestra ojos y boca muy abiertos y expresivos. Sus brazos se abren, con la violencia del gesto, en un ademán de desesperación. La angustia que le posee recuerda, según Wilson-Bareau, a la del hombre suplicante de Gimiendo y llorando (G.50), con el que, además, comparte la postura e incluso cierto parecido fisonómico. Con respecto a la postura que adopta, Gassier cree que, más que hincar la rodilla derecha sobre la tierra, el personaje está hundiéndose en una especie de arenal o charco, como los protagonistas de Duelo a garrotazos.

La figura está modelada a partir de intensas líneas de contorno, aunque la factura es algo más suelta que en el resto de dibujos de los cuadernos finales, y el sombreado se ha logrado con trazos cortos y suaves. Goya también ha aplicado algunos retoques con lápiz litográfico con trazos de dientes de sierra, habituales en estos dibujos de Burdeos. El aspecto indefinido del rostro no merma la meticulosidad con que el artista aragonés emprendía estos dibujos, como se deduce del arrepentimiento que delata que el autor re-dibujó por completo la mano izquierda.

En el reverso se aprecia la impronta del dibujo siguiente, Fraile haciendo penitencia (H.48).