La Virgen con el niño

Es la única obra pictórica que se conoce de Goya que muestra solo a la Virgen con el Niño. Sobre un fondo neutro de tono grisáceo se representa a María de medio cuerpo, sosteniendo en sus brazos a Jesús, a quien mira con dulzura, pero también con cierta tristeza (preludio de su futura Pasión). A su vez, éste alarga los brazos hacia el rostro de su madre, creando una escena íntima de la que el espectador es testigo. 

El modelo de la Virgen, de facciones delicadas, nariz recta, labios abultados y rostro ovalado, así como su estructura compositiva y colorido de sus ropajes, recuerda a otros modelos creados por el artista para la cartuja de Aula Dei, la cúpula Regina Martyrum y el cuadro Sagrada Familia (1775-1780). Lo mismo sucede con el modelo del Niño, de potentes extremidades y abultados carrillos. Modelos en los que se hace patente la asimilación por Goya de las ideas estéticas clasicistas de Anton Raphael Mengs.

Habitual en el artista es la preparación rojiza del lienzo, visible en algunas zonas como un efecto pictórico intencionado. La reflectografía de infrarrojos revela que pintó directamente sobre el lienzo sin dibujo previo. La radiografía muestra que el artista reutilizó un lienzo en el que estaba pintado un San Francisco de Paula.

Se conoce otro cuadro muy parecido en el que el artista añadió la figura de San José, Virgen con el niño y San José.