Mendigos que se llevan solos en Bordeaux (G.29)

Véase Se hace militar (G.1).

Goya parece transmitir con este dibujo su asombro ante la ingeniosa concepción de un medio de transporte que, como reza la leyenda, usaban los mendigos en Burdeos. El vehículo es reproducido minuciosamente en el dibujo y se convierte en su verdadero protagonista. Se trata de una especie de carretilla baja con respecto al suelo, con dos grandes ruedas laterales dotadas de manillas que el protagonista gira, y una pequeña rueda en la parte trasera para maniobrar con más facilidad. Su conductor es un mendigo sin piernas sentado muy erguido y apoyado contra el respaldo, del que cuelga un bolso. Lleva un estropeado sombrero y sujeta las manillas de las ruedas con decisión.  Según Gassier, este carretón casi tuvo que parecerle lujoso a Goya comparado con los tablones con ruedas que usaban, al parecer, los mendigos de Madrid. En un principio, el espectador reconoce la autonomía que gana el indigente con este sistema (…q.e se lleban solos…), que le confiere cierta dignidad y capacidad de maniobra (Gassier). Sin embargo,  pronto recuerda el destino cruel de este mendigo, cuyo demacrado rostro de mejillas hundidas y boca probablemente desdentada, permanece en sombra. El artista ha captado un gesto fugaz, con la mirada fija en un punto lejano, del único personaje de la escena, construida con una sencilla composición piramidal cuyo vértice es la cabeza del protagonista que, recortándose sobre el fondo desnudo, se convierte en el centro de atención. La mayor parte de los elementos del dibujo se han sombreado de forma uniforme y permanecen dentro de este triángulo, pero un golpe de luz que entra por la derecha ilumina los radios de la rueda derecha y una franja del rostro del mendigo. Unas pocas líneas de sombreado sirven para representar el suelo bajo el carretón y algunos retoques de lápiz litográfico refuerzan la silueta de esa rueda derecha y las arrugas y pliegues de los ropajes del mendigo. Galassi ve aquí la enorme capacidad de compasión y empatía de un Goya anciano, sordo y expatriado, al igual que en otros dibujos de figuras marginales de los cuadernos de Burdeos como Yo lo he visto en París (B.31) (enlazar). Su condición de mutilado también remite a otras representaciones similares de los Desastres de la guerra, solo que aquí carga el peso en la simpatía por el herido y en su capacidad de resistencia y adaptación a la adversidad, frente a la vocación de denuncia de los Desastres. Una visión muy distinta a la caricaturesca de un dibujo algo anterior en el tiempo: En el talego de carne lleva su patrimonio (C.35).