Monje franciscano

Este retrato de un monje franciscano no identificado fue descrito por Beruete como una obra llena de vida. El monje, visto de algo más de medio cuerpo, lleva el hábito franciscano ceñido a la cintura con el cordón, y apoya su mano derecha con el puño cerrado sobre la mesa que está a su lado. Estaba retratado casi de frente, aunque la cabeza se gira ligeramente hacia su derecha. El rostro del monje, de cejas espesas y mirada bondadosa, expresa felicidad a través de una sonrisa contenida. La paleta de colores empleada era más bien oscura, incluido el fondo grisáceo, a excepción del tapete rojo de la mesa.

Existe una copia o réplica de esta pieza, cuyo paradero ignoramos, tal y como sabemos gracias a la reproducción de la misma, fotografía de Moreno, en Colección de cuatrocientos cuarenta y nueve reproducciones de cuadros, dibujos y aguafuertes de Francisco de Goya. Ahí se dice que existe un retrato magnífico del mismo personaje en el Museo de Berlín, y en el pie de foto, se lee «¿Fray Miguel Fernández?». Parece impensable que se trate de ese religioso bujalanceño, que fue retratado por Goya en 1815 con toda la opulencia y el poderío que ostentaba el que fuera administrador y obispo de Quito.