Ni por esas (G.8)

Véase Se hace militar (G.1).

La escena está protagonizada por un personaje masculino de rostro poco agradable, vestido con traje de alguacil, esclavina corta. Dobla ligeramente la rodilla a modo de reverencia ante una hermosa joven, a la que contempla, mientras adelanta hacia ella un manojo de llaves que lleva en la mano derecha. Ella le observa con gesto compungido y guarnecida con una especie de coraza que se cierra con un gran cerrojo. Si en otros ejemplos de la misma serie los personajes se destacan sobre un fondo desnudo, aquí Goya dota a la escena de cierto aire teatral, con una especie de estrado bajo sobre el que se sitúan de pie los protagonistas y unos cortinajes en la parte superior derecha. Las actitudes de los personajes y sus gestos acentúan este tono de melodrama.

Ni por esas ha tenido diversas interpretaciones. Gassier veía en él una simple metáfora sexual, en la que llave y candado serían obvias alusiones. Michael Armstrong Roche (en MENA, 1988) hacía una lectura política algo forzada. Jonathan Brown descartó ambas lecturas y las consideró poco convincentes. Según él, la ambigüedad de la escena habría sido deliberada, incluso la leyenda que la titula. El alguacil aparece como símbolo de la perversión de la autoridad en otros dibujos de Goya. Puede que, por ello, aquí estuviera cerrando -más que abriendo- el cerrojo de la coraza, con el fin de preservar la castidad de la entristecida muchacha, posiblemente su joven esposa. La intención exacta de Goya, sin embargo, no queda clara. Podría ser una sátira de los celos y la lujuria del viejo alguacil, pero también una crítica a la escasa fidelidad de las mujeres. En La confianza, una aguada anterior de Goya, ha representado a una pareja que se cierra mutuamente con candados sendas corazas similares, en clara alusión a la inseguridad provocada por los celos.