Niño llorón (H.2)

Véase El cántaro roto (H.1).

Niño llorón es el único dibujo de los cuadernos de Burdeos con un protagonista infantil. Goya representa aquí a un niño en plena rabieta, sentado sobre una especie de montículo y rodeado por los juguetes que, imaginamos, ha tirado en un arrebato. A la derecha de la composición aparece clavado un molinillo. Un zapato suelto descansa junto al pie derecho descalzo. El niño se tira de los cabellos con rabia y sus rasgos se aprietan de forma un tanto grotesca en el rostro tenso, de labios gruesos, nariz chata y ojos hinchados y cerrados. La figura se recorta, como es habitual en estos cuadernos finales, sobre un fondo desnudo y neutro. Crea una composición que, pese las diagonales internas de brazos y piernas, resulta un bloque compacto. Wilson Bareau apunta que la solidez del cuerpo, con manos grandes y un musculoso antebrazo izquierdo, no se corresponde exactamente a la de un niño. Sugiere, además, que esa sensación compacta de la composición refuerza la cerrazón en sí mismo, la tozudez del personaje en su enojo. El naturalismo en la captación del tema, especialmente del rostro del niño, hace olvidar lo meditado y equilibrado del diseño. En su escasa idealización del mundo infantil, así como en lo conciso de la representación, la imagen recuerda según varios autores al niño consentido del Capricho 4. El de la rollona. Técnicamente, Gassier cree que en la ejecución se advierte un uso del lápiz litográfico aún más depurado que en los dibujos del primer cuaderno, con un empleo compositivo del claroscuro y una gran fineza en los detalles.