Feria en Bordeaux (H.39)

Véase El cántaro roto (H.1).

Una mujer de gran altura, probablemente aquejada de gigantismo, sobresale de entre un grupo de espectadores que se apiñan a sus pies. La protagonista, bañada por la luz y de perfil, gira la cabeza, como apartando la mirada de la aglomeración de espectadores, que se funden en una masa oscura y sin rostro, cerrando de forma compacta la composición por el lado izquierdo. Susan Grace Galassi compara la puesta en escena con la del Capricho 14. Que sacrificio!. Entre el público apenas se distinguen un par de sombreros de copa y dos rostros, de rasgos perfilados por el lápiz litográfico, que parecen fijar su atención en el escote y la figura de la mujer. En cambio, la giganta no sólo aparece magníficamente ataviada —con un vestido camisa, una manteleta y un sombrero recargado— sino que, gracias al uso del claroscuro, aparece más iluminada, más humanizada en su corporeidad y masa. Su actitud es también más digna que la del público apiñado, un efecto acentuado por la expresión desdeñosa de su joven cara, ajena a la curiosidad que provoca.

Con Feria en Bordeaux se inicia un pequeño grupo de dibujos que, dentro del Cuaderno H recogen escenas de las ferias y espectáculos que visitaban la ciudad francesa y de los que el artista fue testigo, como Serpiente de cuatro varas en Bordeaux (H.40) o Cocodrilo en Bordeaux (H.41). El más similar, por captar a otro ser físicamente deforme, es Claudio Ambrosio Surat, llamado el esqueleto viviente (H.45). En la época era habitual exhibir como fenómenos en las ferias a determinados personajes que, por sus peculiaridades físicas o enfermedades congénitas, se convertían en “monstruosos” y merecedores de la curiosidad ajena. Una feria de estas características se celebraba bienalmente en la Place de la Bourse bordelesa (entonces Place Royale) y, al respecto, Fauque y Villanueva-Etcheverría confirman la asistencia de Goya al evento gracias a una carta que el autor escribió a la duquesa de San Fernando en octubre de 1824. En ella también menciona la ejecución de un dibujo, desaparecido, en el que retrataba a tres enanos exhibidos en dicha feria. Otros fenómenos representados por Goya están documentados en la feria celebrada en 1826. Otras dos escenas con personajes similares ya habían sido objeto de representación en sendos dibujos de un cuaderno anterior: Esta mujer fue retratada en Nápoles por José Ribera o el Españoleto, por los años 1640 (E.22), centrado en la célebre mujer barbuda de Ribera, o el estremecedor Madre mostrando a dos mujeres un niño monstruoso (E.23).