Bruja joven volando sobre una cuerda (H.19)

Véase El cántaro roto (H.1).

Una hermosa joven, de rostro feliz, vuela alegremente por los aires montada sobre una cuerda de cuyos extremos tira con los brazos alzados al cielo. Una banda sobre la frente, que le sujeta los oscuros cabellos amontonados sobre la coronilla, le cubre parcialmente los ojos, de forma que puede entrever su rumbo. La velocidad que cobra su vuelo se insinúa gracias a la cola de su vestido, que vemos ondear por la parte trasera. Viste de acuerdo a la moda del momento, con unos mágicos escarpines con lazos que tienen unas pequeñas alas. Para Eleanor Sayre estas alitas son de murciélago, como ocurre con otras representaciones demoníacas de Goya o alusivas al mundo de la brujería. Sin embargo, Gassier lo contempla más como una representación alegórica de la inconstancia y ligereza femenina. De hecho, el dibujo sigue explícitamente el tema de la hermosa mujer volando del Capricho 61. Volaverunt, tradicionalmente identificada con la duquesa de Alba. La disposición de la figura es casi exacta a la de Volaverunt, solo que se ha invertido el sentido hacia la parte izquierda del dibujo, que sigue el planteamiento habitual en otros dibujos de Burdeos: un horizonte en blanco sobre el que se recorta muy plásticamente la figura de la joven voladora. La cuerda, además, enmarca visualmente el cuerpo de la protagonista, cuyas curvas se han acentuado mediante el claroscuro que ilumina su cuello, busto y vientre. Trazos más enérgicos del lápiz graso marcan los pliegues de su ropa, que se remata con algunos trazos en zig-zag para señalar detalles del escote y la chaquetilla. En el reverso se aprecian las marcas del siguiente dibujo del cuaderno, Hombre tirando de una cuerda (H.20).