No te aflijas (C.111)

Véase Por no trabajar (C.1).

En este dibujo vemos a un hombre preso que llora cogiéndose la cabeza con sus manos atadas y apoyándose en los sillares que conforman uno de los muros de la cárcel. Lleva los pies enganchados entre sí con grillos. Su rostro queda parcialmente en penumbra, no se aprecia del todo, aunque tiene la cabeza girada hacia nosotros. La figura proyecta además una sombra en el suelo y en el muro en el que se apoya. En este caso, a diferencia de otros dibujos del Cuaderno C, el espacio carcelario está muy iluminado.

Gassier opina que la leyenda que acompaña a la escena, ligeramente positiva, parece prepararnos para la explosión de energía que veremos un poco más adelante en el dibujo Divina Libertad (C.115), el primero de los que vienen después de la subserie general de 29 dibujos correlativos (C.85-C.114) dedicados a presos y torturados por el Santo Oficio a la que pertenece el que nos ocupa.