Ciego enamorado de su potra (C.64)

Véase Por no trabajar (C.1).

En este dibujo, un hombre ciego sin rostro preciso, del que solo vemos la nariz, está de pie apoyado sobre sus piernas ampliamente separadas mientras contempla una hernia de enorme tamaño que le emerge del abdomen y que parece ser de gran orgullo para él.

Es inevitable comparar este dibujo con otros del Cuaderno C en los que Goya representó a personajes grotescos y monstruosos, como por ejemplo ¡Qué desgracia! (C.21), En el talego de carne lleva su patrimonio (C.35), Misto de mona (C.36) o El maricón de la tía Gila (C.38). No obstante, en este caso sorprende la manera tan directa de presentar un tema tan crudo.

Para López-Rey, tanto este dibujo como el anterior, titulado Esto ya se ve que no es arrancar nabos (C.63), serían una reflexión sobre la ceguera, de tal manera que uno, el precedente, representaría el esfuerzo de superación, y el otro, el que nos ocupa, la autocomplacencia.

Se trata de un dibujo muy sucinto pero efectista, pues con apenas unas sencillas líneas Goya compuso la figura.