Disparate de miedo

Unos soldados armados corren atemorizados ante la imponente visión de un gran fantasma ensabanado. A la derecha se alza un tétrico árbol con el tronco retorcido y muerto que, junto a la línea de horizonte, conforma el único paisaje de la estampa. El árbol es un recurso que hace consciente al espectador de las dimensiones del espectro, pues es tan grande como él, incluso algo menor pues el fantasma aparece encorvado, como si no cupiera en el encuadre de la lámina.

A sus pies un grupo de soldados franceses cae al suelo presa del terror. En primer término, junto a él, intenta incorporarse uno de los soldados. A su lado, otro compañero de rodillas presenta unos rasgos desencajados por el horror y, junto a ambos, el que parece ser el capitán corre despavorido con el sable desenvainado en alto pidiendo la retirada. Al fondo, bajo el árbol, una masa se aglutina presa del miedo. Solo se distingue a dos soldados que intentan alejarse del ser fantasmal.

Son varias las interpretaciones que se han hecho de esta escena. La mayoría suelen estar en la línea de los Desastres (Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer), relacionándose con el ámbito bélico de la Guerra de la Independencia. Así, el fantasma conecta con el espectro del castigo condenatorio a todos los ejércitos por el mal que causan. También se le vincula con la rebeldía del pueblo español que se enfrenta al ejército napoleónico. Por último, tal vez se trate de un espantapájaros, como el del Capricho 52. Lo que puede un sastre, con el que amedrentar y hacer huir a las tropas. En general, se puede afirmar que el fantasma encarna todo el dolor y mal que causan las guerras.

Esta estampa destaca por el uso de las líneas del aguafuerte, con las que Goya crea las formas y volúmenes. En la aparición se disponen de manera angulosa para dibujar los paños. El fondo oscuro de la aguatinta nos revela una escena nocturna que acentúa el espanto.

Se conserva el dibujo preparatorio de la presente estampa, titulado también Disparate de miedo.