Torso del Belvedere (vista lateral derecha)

Este dibujo del Cuaderno italiano es el primero de tres apuntes (pp. 58, 59 y 61) que Goya realizó, desde diferentes puntos de vista (frontal, dorsal y lateral), del Torso del Belvedere, famosa escultura helenística creada en el siglo I a.C. por el escultor ateniense Apolonio de Atenas, que la firmó en la base, aunque probablemente copiando un original perdido de bronce del siglo II a.C. Ya desde la época de Miguel Ángel se convirtió en fuente de inspiración para los artistas que recalaban en Roma, aunque fue con la Ilustración, y gracias a los escritos de autores como Kant o Winckelmann,  cuando pasó a ser objeto de admiración generalizada, a pesar de estar mutilada de cabeza y extremidades y desconocerse por tanto que personaje clásico estaba representado en ella, habiéndose barajado algunos nombres como Heracles, Marsias, Polifemo, Prometeo o incluso Ajax.

El interés de Goya por copiar estatuas clásicas durante su estancia en Italia se hace evidente en las páginas del Cuaderno italiano, en las que, además de estos apuntes del Torso del Belvedere, se encuentran otras copias de modelos escultóricos de la Antigüedad como es el caso del Hércules Farnese (pp. 139, 141, 143 y 145). De hecho, la copia del natural de estatuas clásicas, especialmente de las dos mencionadas, formaba parte de los ejercicios requeridos en las academias de dibujo italianas de la época, lo que se hacía extensivo a los pensionados españoles en Roma, pues como bien señaló Anna Reuter, ambas esculturas se contaban entre las que debían copiar los citados pensionados según el duodécimo apartado de las Instrucciones para el director y los pensionados del Rey en Roma de pintura y escultura, redactadas en 1758 por el secretario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, Ignacio de Hermosilla (1718-1789). Dichos pensionados, y el resto de estudiantes de arte que llegaban a Roma como Goya, copiaban las estatuas clásicas del natural siempre desde tres puntos de vista diferentes prefijados: frontal, dorsal y lateral, convención que se estableció para la reproducción de esculturas clásicas en estampa y que se asumió también en la formación académica.

En este primer apunte, realizado a lápiz negro con trazos firmes, seguros e intensos, Goya representó el Torso de Belvedere lateralmente, en concreto de perfil hacia la derecha, mostrando especial interés por la recreación de la potente musculatura del muslo derecho, captada con un dibujo preciso e intenso. También esbozó la base original de mármol sobre la que se sienta la estatua, material con el que se esculpió todo el conjunto. Destaca la gran cercanía e inmediatez con que está vista la escultura, lo que se refleja en la gran corporeidad y fuerza del dibujo, propias de una captación a partir del natural y no de una estampa, y en la belleza e intensidad de los trazos que perfilan el contorno de la figura. De hecho, Goya fue un gran privilegiado, pues aún pudo ver y dibujar el torso a la intemperie con luz natural en medio del patio o cortile del Belvedere del Vaticano, donde inicialmente fue expuesto y que le da nombre, pues poco después, a partir de 1773 aproximadamente, fue trasladado al interior del Museo Pío-Clementino, donde aún sigue.