Virgen del Pilar con angelitos entre nubes

Primera idea, muy abocetada, para el pequeño cuadro devocional titulado Virgen del Pilar o La Virgen del Pilar en gloria que Goya pintó hacia 1771-1772 o poco después y que actualmente se exhibe en el Museo de Zaragoza.

La idea recogida en este dibujo preparatorio inicial evolucionó, evidentemente, hasta la realización del cuadro definitivo, por lo que presenta algunas diferencias con respecto al mismo. Así, en el centro del dibujo, surgiendo de un rompimiento de gloria, se alza la imagen votiva de la Virgen del Pilar, que descansa sobre la sagrada columna, que en la realidad es mayor y más ancha con respecto a la figura que lo que Goya dibujó aquí. En la mitad inferior se representan cuatro grupos de putti, con nueve de ellos distribuidos en planos sucesivos, jugando entre las nubes. En la parte superior, otros dos grupos flanquean a la Virgen. El tipo de estos angelitos es sólido, gordezuelo, similar al que Goya empleó en la escena de la bóveda del Coreto del Templo del Pilar de Zaragoza. Es difícil precisar algo más del tratamiento elegido por el pintor, puesto que recurrió a trazos muy esquemáticos, pero está claro que se decantó por una interpretación directa y clara del tema pilarista con el fin de crear un sencillo  cuadro de devoción popular.

A juicio de Juliet Wilson-Bareau, la intención de Goya era crear un pequeño cuadro de devoción para sus padres a su regreso de Italia en el verano de 1771. En el lienzo definitivo, pintado en una rica gama de tonos cálidos, redujo el número de ángeles, que poseen frágiles alas de mariposa. En el mismo se hace evidente que Goya había estudiado cuidadosamente la imagen gótica de la Virgen del Pilar, sobre todo en lo referente a los plegados del manto y a las actitudes de esta y del Niño. Es más, se conoce la personal devoción pilarista del pintor a través de una carta a su amigo Martín Zapater de julio de 1780 en la que menciona una estampa de N.ª S.ª del Pilar como uno de los enseres imprescindibles en su hogar.

En las mismas fechas Goya pintó otro cuadro devocional, La muerte de San Francisco Javier, cuyo apunte preparatorio se encuentra, precisamente, en la página contigua del Cuaderno italiano (p. 135). De hecho, ambas pinturas, de idéntico tamaño, las concibió Goya como pareja, permaneciendo en poder de los Lucientes, rama materna de la familia del pintor, hasta 1926, en que Francisca Lucientes, descendiente del pintor, las vendió a la Real Academia de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, que las tiene depositadas en el Museo de Zaragoza.