Locos (G.39)

Véase Se hace militar (G.1).

El dibujo forma parte de la serie de trece dibujos de este mismo Cuaderno G que tienen a la locura como temática principal (G.17, G.33-G.41 y G.43-G.45). Tres de ellos se titulan Locos, como es este caso, pero, con respecto a otras escenas de lunáticos de la serie, esta presenta la particularidad de que los tres personajes representados parecen adoptar una actitud risueña, especialmente la figura protagonista. Gassier identifica en esta figura principal un arquetipo recurrente en los últimos dibujos de Goya: un hombre encorvado y con una gran cabeza, sobre la que parece que se ha echado la parte trasera de la chaqueta o un sombrero, tal y como insinúan los numerosos y vibrantes trazos con los que se ha construido el contorno de este grupo, que adopta una composición piramidal. Como en otros ejemplos de este tipo de personaje, posee un rostro grotesco de expresión feliz pero poco inteligente y muestra las piernas abiertas y arqueadas. En el caso de este dibujo, debajo se acurrucan otros dos personajes agachados, quizá también locos, sobre los que el protagonista parece dispuesto a sentarse a horcajadas. Con las manos extendidas para no perder el equilibrio, mira de reojo como si temiera que fueran a sorprenderles en su extraño y brutal juego. Alrededor de su cabeza son visibles varios arrepentimientos. Goya ha utilizado distintos tipos de trazos -en zigzag, finos y nerviosos o densos y apretados- para construir las sombras de las figuras o detallar las botonaduras de las bocamangas del protagonista y los pliegues de la ropa. El carácter risueño de los personajes, aunque lo aleja del aire trágico y oscuro de esta serie, no hace menos dramática y áspera la situación que Goya reproduce. De hecho, Wilson-Bareau resalta el tono carnavalesco y la sexualidad homoerótica que desprende el dibujo, que relaciona con la estampa Capricho 54. El vergonzoso. En este mismo sentido ha apuntado Teresa Lorenzo de Márquez (en MENA, 1988) quien, por otra parte, ha relacionado este dibujo con Riña a muerte entre dos hombres gruesos (H.38), en el que también se representa a un hombre sentándose brutal y jocosamente sobre otro. La autora relaciona este gesto de dominio y sometimiento con la acepción sexual de cabalgar, idea que sería más explícita en Locos, por la posición a cuatro patas de uno de los personajes.