Caín matando a Abel

Este dibujo del Cuaderno italiano muestra el momento en el que Caín procede a dar muerte a su hermano Abel. Forma parte, como cuarto integrante, de una subserie de seis escenas del Génesis (en origen siete) resueltas a la sanguina y probablemente ideadas por Goya como dibujos preparatorios de una colección de estampas no ejecutada.

Caín, apoyando su pierna derecha en el abdomen de Abel, que se encuentra tendido en el suelo con el rostro girado hacia su derecha y el brazo izquierdo alzado sobre su cabeza, levanta con las dos manos un largo hueso para propinarle un golpe mortal. Cristina Monterde y Raquel Gallego apuntaron la idea de que los elementos que se aprecian al fondo de la composición fueran dos aras de sacrificio con fuegos encendidos.

Por el momento no se ha podido determinar un posible modelo general para la resolución de esta escena, aunque es evidente la influencia parcial del famoso Torso de Belvedere en la monumental solución de la espalda en tensión de Caín. De hecho, Goya debía admirar esta magnífica escultura helenística tan apreciada en su tiempo, pues recogió en su Cuaderno italiano hasta tres apuntes distintos de la misma a lápiz negro (pp. 58, 59 y 61). También es evidente la influencia de otra famosa escultura helenística, el Fauno Barberini, pieza restaurada por Bernini, en la resolución de la figura de Abel, tanto en la posición alzada de su brazo izquierdo por encima de la cabeza, como en la forzada colocación de su pierna izquierda, que era célebre.  

A su vez, Goya tomó tempranamente el Caín de este dibujo como modelo de referencia para resolver uno de los dos sayones, concretamente el derecho, de su pintura Muerte de San Alberto de Jerusalén, ejecutada hacia 1771-1774, periodo en el que el aragonés, recién vuelto a España, estaba utilizando en sus obras muchas de las figuras que había dibujado en Italia.

Como dato anecdótico, es preciso indicar que la huella o impronta del presente dibujo puede apreciarse en espejo, de forma bastante nítida, en la página colindante sin dibujar del Cuaderno italiano, a la que sin duda se transfirió por contacto. El propio Goya se molestó en repasar a lápiz negro el contorno de la figura transferida de Caín.