Paisaje con peñasco, edificios y árboles

En primer término Goya ha grabado un árbol seco, con algunas ramas en la parte alta, que se proyecta diagonalmente hacia la derecha. Este lado de la estampa está ocupado por una gran roca que se orienta hacia el centro y que tapa parcialmente unas arquitecturas algo más atrás. En primer plano, en la izquierda del grabado, se puede ver un caballo y muy cerca de él un grupo de personas.

El pintor ha empleado el aguatinta para captar el cielo oscuro en la parte alta en el que se abre un claro en el centro. Con el aguafuerte realiza la montaña como una forma maciza y contundente, mientras que otorga cierta luminosidad a las estructuras arquitectónicas que se hallan en alto.

Este grabado, uno de los escasos paisajes realizados por Goya a lo largo de su trayectoria artística, presenta algunas analogías con el cuadro que tradicionalmente se ha atribuido al pintor aragonés Ciudad en la cima de una roca. Las dos obras comparten la imponente presencia de la maciza roca que, en el cuadro, se halla desplazada hacia la derecha y sobre la que se dispone una estructura arquitectónica. Se trata de paisajes inquietantes que no transmiten una sensación de placidez en los que la naturaleza empequeñece al hombre.

Asimismo es posible relacionar este paisaje con peñasco con algunos de lugares en que se ambientan las Pinturas Negras de Goya.